Embarazo y enfermedad renal:

Consecuencias para la madre y el bebé

La evidencia científica muestra que, aproximadamente, un 4% de las mujeres en edad reproductiva padece Enfermedad Renal Crónica (ERC). Esto provoca que sean más propensas a sufrir ciertos trastornos durante el embarazo, como la hipertensión o la anemia.

Según revela el informe “Mujer en edad fértil y Enfermedad Renal Crónica”, publicado por la Fundación Pro Salud Renal y la Sociedad Chilena de Nefrología para la Semana del Riñón del 2018, “debido a la retención extra de líquido, las mujeres embarazadas podrían llegar a padecer hipertensión aterial y gran cantidad de toxinas en su torrente sanguíneo”.

Además, ellas están más propensas a sufrir anemia, preeclampsia ­­­­–hipertensión que se desarrolla en el embarazo–, eclampsia –presencia de convulsiones generalizadas inexplicables en pacientes con preeclampsia– y podría acelerarse la pérdida de función renal.

En cuanto a la salud del bebé, que también se puede ver afectada por la enfermedad renal de la madre, las consecuencias más graves son: retraso en el crecimiento intrauterino, bajo peso al nacer y la muerte fetal. Los estudios científicos establecen que la causa principal de esto es la falta de proteínas que sufre la madre, porque al padecer problemas renales, esos nutrientes que son clave para el desarrollo del bebé, no son retenidos y se eliminan a través de la orina de la madre.

Por otro lado, si uno de los progenitores ha sufrido o sufre insuficiencia renal, el bebé también podría desarrollarla a lo largo de su vida. Por eso la prevención, control y tratamiento de la enfermedad son fundamentales.

¿Qué debo hacer?

En las mujeres embarazadas con ERC es importante monitorear continuamente la función renal y la presión arterial con su médico, en las diferentes etapas del embarazo, porque una de las consecuencias de padecer preclampsia es el trabajo de parto prematuro. Por eso, también hay que controlar el crecimiento del feto.

La detección precoz de los síntomas y el tratamiento adecuado de la ERC son fundamentales para prevenir los efectos negativos que se pueden producir durante el embarazo. Para esto es importante considerar los cambios en la frecuencia, cantidad y el color de la orina, retención de líquidos –lo que también puede causar hinchazón y sensación de fatiga–, sabor metálico en la boca, aliento a amoníaco, náuseas y vómitos.

Para identificar algunos de estos trastornos, el médico tratante debe analizar los niveles de creatinina en la sangre de la madre, ya que una concentración baja de ella en la orina es un claro indicador de una enfermedad renal, ciertos desórdenes musculares y neuromusculares, o una obstrucción de las vías urinarias.


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